jueves, octubre 20

NADIE DIJO QUE SERIA FACIL


La vida avanza tan rápido que a veces ni siquiera nos deja tiempo para pensar en lo que estamos viviendo ni en lo que dejamos atrás... suele necesitarse algo que nos mueva el piso, que nos terremotee el alma, como para acordarse de Mafalda y pedir a gritos que paren el mundo porque nos queremos bajar. El problema es cuando eso pasa y no nos damos ni cuenta.

Es un hecho que todos tenemos razones para estar felices y tristes. Es más, si miramos hacia adentro y buscamos en los primeros cajones del alma, probablemente nos encontremos con un montón de razones para estar enojados, preocupados o con pena. Casi con seguridad, encontraremos motivos para no sonreirle al conserje del edificio o para no darle las gracias a la persona que hoy en la mañana nos esperó con la puerta del ascensor abierta. Pero probablemente ninguna de esas razones sea realmente tan poderosa como para dejar de hacer gestos tan simples, pero tan vitales.

Me preocupa que el mundo pierda su necesidad de sonreir.

Una de mis mejores amigas tiene leucemia. La otra acaba de perder su primera guaguita. Un amigo muy querido, se quedó sin trabajo de un día para otro... y otra persona que adoro, tiene un nivel de problemas que no los puedo ni escribir. Pienso en eso y me siento hasta culpable por no andar repartiendo carcajadas.

Claramente uno no puede inmunizarse de la pena. No es posible pasar por alto el sufrimiento de las personas que uno quiere, pero tampoco es útil y necesario ahogarse con ellos. Es mucho más reconfortante (lo que no implica que sea fácil) buscar el modo de desinfectar la herida que quedarse en el dolor que causa.

Hoy tengo la necesidad de hacer una invitación...

Los invito a dar las gracias por caminar, por escuchar, por poder hablar... por tener amigos y afectos sinceros... por tener un trabajo...por tener talentos, ganas y desganos... por sentir, por poder amar y sufrir por amor... por buscar el modo de trascender... y simplemente, por poder respirar.

Nadie dijo que la vida sería fácil. Nadie nos firmó una carta de garantía de que sería justa.

No se trata de caer en la mediocridad y el conformismo... creo que hay que buscar la empatía, ponerse en el lugar del otro, y sufrir por las cosas que realmente ameritan sufrir. La pena es válida y necesaria, pero no puede matarnos las miles de razones para estar contentos.

PD: por favor, recuérdenmelo cuando se me olvide...

Comments:
Está precioso, eres tan brillante amiga. Te aseguro que das muchas más alegría y amor del que crees y nada me hace más feliz que ser una de las beneficiarias. Te quiero mucho y eres la mejor. Pau
 
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